Ruta de cruasanes por Compostela
+8 Ruta de cruasanes por Compostela
Hace unos meses afirmé con alegría que los mejores cruasanes de Santiago eran, indudablemente, los de Lestedo. Obvio no he probado todos los cruasanes de Santiago, pero quién necesita objetividad cuando tiene pasión. Y cada sábado por la mañana cuando vuelvo a casa atravesando el Obradoiro con mi bolsita de Lestedo en la mano no hay quien pueda negarme que esos son los mejores cruasanes de la ciudad, qué digo, ¡del mundo!
Como nadie tiene por qué saber que suelo proclamar que las cosas que me gustan son las mejores del mundo sin mucho filtro, algunos conocedores de la ciudad hicieron bien en preguntarme si había probado los cruasanes de tal o cual sitio antes de lanzarme a tamaña afirmación. Como si el rigor fuera requisito para proclamar mi devoción por Lestedo. Pero el caso es que no. Y como entre los que me preguntaban reconocí varias personas de buen diente pensé que tampoco pasaría nada si por unos meses prescindía de Lestedo y me dedicaba a visitar otras panaderías.
Seleccioné las que creo son las mejores confiterías/panaderías de la ciudad y dediqué varios sábados, embarazo mediante, a recorrerlas y probar, no uno, sino dos cruasanes de cada uno de estos sitios. Spoiler, encontré un par de cruasanes a la altura de “los míos”, pero no lo suficiente como para que un futuro vaya a cambiar mi ruta de sábado cruzando Fonseca, con parada en el quiosco Ártico, atravesando Toral, cruzando Mazarelos, desviándome a veces por la plaza de Abastos, Calderería, Preguntoiro y bajando Azabachería.
En la cata se mezclan cruasanes clásicos con cruasanes de mantequilla, dependiendo de lo que ofrece cada panadería. En Lestedo tienen los dos y en ambos casos igualmente equilibrados en dulzor y jugosidad. Con ese punto de masa cruda que se deshace en la boca y reparte, si está bien hecho, todas las notas de su composición en cada bocado, del más crujiente al más tierno.
En cuanto a las demás, estas son mis elecciones y mi veredicto, por supuesto, absolutamente subjetivo:
Los cruasanes de esta panadería tienen menos mantequilla y más azúcar siguiendo la típica receta de cruasán de confitería. Excesivo dulzor de azúcar almibarado para mi gusto, pero excelentes en textura.
Fundada en 1888, se trata de la pastelería más antigua de Santiago y también una de mis favoritas por ubicación y por algunos de sus pasteles, sin embargo, en lo que respecta a los cruasanes, cojea bastante. Pecan de un dulzor exagerado de confitería, falta de cremosidad y mantequilla. El resultado es un cruasán bastante seco, con una capa de azúcar demasiado densa y compacta que curiosamente no añade mayor sabor sino que resulta en un bollo bastante soso. Denso, poco esponjoso, miga compacta y poco elástica.
Quizás la mejor pastelería de Santiago y, para mí, la más digna competidora de Lestedo en cuanto a cruasanes.
Tierno, jugoso, con un dulzor elegante de mantequilla y crujiente donde debe estarlo, carente de ese azúcar pegajoso de confitería y casi líquido por momentos. Hacen falta dos para saborearlo y quedarse satisfecho. Texturas muy bien definidas.
Hasta Fontiñas nos fuimos para conseguir uno de los cruasanes de una de las panaderías seleccionadas por El País entre las 15 mejores de España. Guillermo Moscoso es el responsable de un negocio que arrancó allá por el año 2004 y que trabaja con largas fermentaciones y masas madre naturales para elaborar “panes digestivos y nutritivos”.
En lo respecta a su cruasán, no defrauda, esponjoso, consistente, deja un leve recuerdo a mantequilla que llena la boca sin ser empalagoso, quizás le falta un poco de aire pero hace que sea contundente en un tamaño pequeño, horneado exacto y presentación buenísima. Bordes crujientes y centro cremoso. Le falta quizás ese punto de deshacerse en la boca para igualarse a Lestedo.
Quizás sea actualmente la panadería con más prestigio de Santiago, ha sido reconocida como una de las 80 mejores panaderías de España 2019 y 2021 por La ruta del buen pan, además de ser la otra compostelana en el listado de las quince mejores seleccionadas por El País, junto a Pan da Moa. Fundada en 1954, su historia nace en un horno de la rúa de San Pedro. Tal y como destaca Fernando Leis, actualmente al frente del negocio, fue su abuelo quien inició el proyecto, al que han querido dar continuidad mezclando tradición e innovación.
En cuanto a su cruasán destaca el protagonismo de la miga. Horneado preciso. Dulzor justo y uno de esos de quitar la miga primero y apretar el hojaldre después a lo Julia Roberts en Pretty woman. No son los cruasanes, de todas formas, lo mejor que se puede encontrar en Pan de Leis. Recomendamos probar todos sus panes, con mención especial para el de carbón.
Para los amantes del cruasán clásico, jugoso, grueso, esponjoso. Quizás excesivamente contundente teniendo en cuenta por donde han evolucionado los cruasanes, masa gruesa que hay que masticar casi como un bollo. Dulzor limitado, perfecto para preparar en montadito, a la plancha, con jamón o mermelada.
Fundada en 2013 y con tres locales en Santiago, se describen como «panadería artesana gallega inspirada en la tradición francesa«. El resultado, los cruasanes y bollos más hípster de la ciudad, que gustarán a los que les prefieren este nuevo concepto de cruasán de superficie crujiente y casi sin masa, ligeros y esponjosos, con sabor fuertemente pronunciado a mantequilla y que se puede hacer un pelín exagerado. En cualquier caso, delicioso todo lo que tienen.
Y acabamos con el origen de esta pequeña investigación, nuestra (todavía) favorita: LESTEDO.
