Ponemos a prueba el nuevo hype de bebidas sin alcohol. ¿Pasará nuestro test?
Lo típico de cuando te quedas embarazada y te dedicas profesionalmente al vino, pero además te gusta mucho beber vino, es pensar que vas a echar de menos el vino. Pero sorpresa, en mi caso no está siendo así. O no tanto.
La realidad es que sí echo mucho de menos descubrir vinos, principalmente catar nuevas referencias, sorprenderme con recomendaciones inesperadas, compras intuitivas o esa copita de Ribeiro que mejora un día de playa. Lo que no echo de menos es el alcohol.
De hecho, esto que no debería ser tan raro está suponiendo una revelación bastante intensa para mí. No voy a extenderme aquí sobre los motivos porque al fin y al cabo esta es, entre otras cosas, una web dedicada a la exaltación del vino y su consumo responsable.
No sé cuando volveré a beber (a catar espero que pronto) pero estos meses me están sirviendo para entender un nuevo fenómeno que no para de crecer: el de las bebidas 0,0.
En un principio pensé en hacer un artículo sobre las distintas alternativas para los que quieren seguir teniendo cierta sensación de sociabilidad alcohólica, ese ‘qué beber cuando no bebes’, pero es que ya hay cientos de blogs sobre eso. Y lo cierto es que durante este tiempo ni siquiera me están apeteciendo sucedáneos, lo mejor cuando no quieres beber, qué quieres que te diga, es el agua o los zumos naturales.
Lo que sí me parece interesante, no tanto desde el punto de vista del consumo sino del marketing, es el auge de esta categoría. Las bebidas sin alcohol o de baja graduación son las que más rápido crecimiento están experimentando, aprovechando la progresiva tendencia abstemia entre los jóvenes de 18 a 24 años.
Por eso me he decidido a probar directamente uno de los productos que más ruido están haciendo y que, más allá de la resolución final de esta cata, está cambiando las reglas del juego en los clubs y bares de copas. Al menos en Europa, Spain is different, pero no nos iría mal subirnos a este carro, teniendo en cuenta lo que se cotiza económicamente en el mercado esta categoría.
La bebida en cuestión es SEEDLIP.
Posiblemente la marca que más ha hecho hasta el momento por dignificar el sector de las sin alcohol con una imagen que imita a las ginebras más premium.
Comenzó, como siempre comienzan estas cosas, como una idea kamikaze de un chaval, Ben Branson, que en pocos años pasó de ser solo un tipo con una idea a un equipo internacional de 40 personas. Entre ellas, Claire Smith-Warner, ex directora de desarrollo de destilados en LVMH Moët Hennessy. Reciente fichaje estrella para ayudar a ampliar la marca con más variedad de bebidas no alcohólicas.
Su posicionamiento se basa en dos ideas: bebida destilada y botánicos.
Dos conceptos que tienen asociados valores de artesanía, tradición, plantas exóticas, trabajo manual… Dos palabras que, en definitiva, asociamos a cocteles llenos de cositas, sabores intensos y precios de hamaca Vip en chiringuito de Ibiza.
Seedlip es puro marketing, desde el diseño de las etiquetas al concepto web, todo está pensado para maximizar esa imagen de bienestar que nos provoca un destilado de lujo. Todo está orientado a encajar en la barra de un bar cool de Nueva York, incluso si no bebes. Buen nicho, aquí.
Como colofón a su estrategia la empresa se ha rodeado de bartenders e influencers de renombre para apoyar a la marca, llegando incluso a colarse en la lista de bebidas del archiprestigioso Fat Duck restaurant de Heston Blumenthal.
Así que vamos al lío. ¿Vale la pena todo el hype?
Hemos decidido comprobarlo empíricamente y encargar una botella a través de su web que, decepcionantemente, nos ha llegado a través de Amazon.
Seedlip tiene ahora mismo tres variedades disponibles: Grove 42, Garden 108 y Spice 94.
En nuestro caso nos decidimos por la opción Grove 42, según ellos mismos “una sofisticada y brillante mezcla de cítricos de naranja mediterránea, piel de limón, hierba de limón y jengibre con un final seco”.
Descartamos el Spice 94, “una mezcla cálida y aromática de pimienta de Jamaica y cardamomo con notas cítricas frescas que equilibran un amargor final” porque, a pesar de mi devoción por el picante, estoy evitándolo últimamente y el Garden 108, básicamente por llevar guisantes entre sus ingredientes, la única cosa que no me gusta en el mundo.
Una vez recibida nuestra botella atendimos a las recomendaciones que hacen desde la web, insistiendo mucho en dos cosas:
Seedlip no trata de imitar a la ginebra ni ningún otro destilado, “En lugar de intentar imitar el alcohol, hemos elegido un conjunto de plantas exclusivo y complejo para obtener un perfil aromático diferente”, dicen.
También insisten, demasiado, en que está pensado para tomarse mezclado, nunca solo. Ya sabes, como cuando te convencen de que bebas un vino blanco muy muy frío y ya sabes de qué va la cosa.
Tampoco me parece grave que se protejan de las altas expectativas que ellos mismos provocan. No esperaría que un producto así se defendiese por sí solo (sin ser mezclado) por mucho que citen ingredientes y adjetivos apetitosos. Con este tipo de marcas tienes que entrar en el juego, saber que la promesa siempre es mayor que la recompensa y a pesar de eso preguntarte, ¿han sabido hacerlo lo suficientemente bien para poder cobrarte 30€ por la botella?
En nuestro caso decidimos divertirnos un poco y probarlo con cuatro mezclas diferentes, muy sencillas y a disposición de cualquiera, que es de lo que se trata:
- Seedlip Glove 42 con ginger ale ‘Schweppes’ y rodajas de manzana
Servimos en baso bajo y hielo pequeño
- Seedlip Glove 42 con zumo de manzana (con aguja fina) Appletiser y rodajas de manzana
Servimos en baso bajo y hielo pequeño
- Seedlip Glove 42 con agua de coco y arándanos
Servimos en copa balón con mucho hielo
- Seedlip Glove 42 con Schweppes limón original y rodaja de lima
Servimos en copa alta sin hielo
La resolución general, ya lo adelanto, no es mala, aunque empezaremos por lo malo. En general se trata de una bebida bastante insípida que se adapta a la mezcla que le propongamos. Añade carácter y ese toque especiado agradable, pero en sí misma la bebida no tiene valor, sobre todo para costar 30€.
Entendemos que es necesario mantener un precio alto precisamente como condición para mantener la ilusión. Si esta misma botella costase 15€ seguramente la sensación final sería peor. Así funciona el marketing, amigas.
Lo bueno es su capacidad de adaptación a múltiples mezclas, aportando ese punch de frescor, aromas y especias que lo convierte en algo diferente y nuevo. Estoy segura de que un barman más avezado podrá sacarle mucho más partido.
En nuestro caso el claro ganador es la opción zumo de manzana con aguja, el resultado final es refrescante y bastante original, ligero y con un dulzor sutil, además de que la mezcla no se come por completo la base.
La peor opción sin duda es la del agua de coco, mala idea incluso si eres muy fan del agua de coco. Demasiado dulce y empalagoso para una bebida cuyo principal atractivo debería ser el frescor.
La mezcla con ginger ale también puede ser interesante como combinado más fuerte y si buscas un sabor menos afrutado y más similar al de una bebida alcohólica. Tampoco decepciona el mix con lima, en este caso optamos por servirlo muy frío y sin hielo, pero en copa balón y bien de cubos puede ganar en atractivo para pasar una tarde con colegas de gin tonic.
Resolución final: Seedlip es una bebida que promete un estado de ánimo y si entras en su juego, puede llegar a proporcionártelo. Pero para quien vaya buscando un sabor concreto o crea que está pagando 30€ por lo bien que sabe, se equivoca de producto (y se sentirá estafado). Basta con no hacer caso de las indicaciones y tratar de beber un chupito a palo seco. La sensación no puede ser más decepcionante si lo haces mientras lees el listado de ingredientes. Seedlip ha nacido como arma de coctelería y dependerá de la destreza del coctelero enamorarnos con su mezcla y regalarnos un momento de satisfacción saboreando una copa… sin alcohol.
Estés más o menos de acuerdo con las trampas del marketing de bebidas, Seedlip está ayudando más que ninguna otra marca a crear un mercado en el que hay mucho espacio todavía para los grandes jugadores. Ahora se trata de seguir mejorando la fórmula y, sobre todo, de llegar a los bares. De nada servirá que esto solo funcione a través de un pedido por Amazon. Necesitamos estas bebidas en los bares, en los clubs. Igual que una vez pedí más vino en las discotecas, ahora pido, por favor, más alternativas 0,0.
Y como colofón, otras dos marcas que viene pisando fuerte pero que no están disponibles en España… todavía (espabilemos, señoras).
Nos vamos a otro nicho completamente diferente. Pasamos del concepto hipster-Portland a la imagen californiana de mujeres rubias y sanas disfrutando de un atardecer en la playa.
Mingle es menos sofisticado y mucho más directo en su mensaje: ‘The Zero-Proof Choice For Independent Spirits’
Obviamente su público objetivo son mujeres que quieren cuidarse y buscan en las 0,0 una opción atractiva pero no calórica. Aquí la imagen de la salud sí juega un papel fundamental. Cuidarse por dentro y por fuera, mientras hacen alusión a la fortaleza y la independencia de las mujeres que optan por esta opción.
Mingle está orientado a ese público que cuenta calorías incluso cuando se encuentran de fiesta a las tres de la mañana (existen) pero que no se resisten a esa foto de Instagram perfecta, copa en mano.
Aquí no encontraréis fotos de productos orgánicos, manos llenas de tierra levantando extrañas raíces del suelo ni menciones a lo artesano y lo ancestral. Pero sí muchas mechas, yates y arena de playa donde enterrar la botella.
Mingle tiene una amplia variedad de opciones y todas ellas colores chillones e imágenes un poco ‘desperate housewifes’.
Por supuesto, Mingle es vegano y gluten free.
¿Hay nicho para ellos también en España? Seguro.
Tiempo al tiempo y 0,0.
Mi favorito en cuanto a estética. Ni marketing hipster ni California vibe, aquí se lo juegan todo a lo retro con una estética que transmite de todo menos ‘healthiness’.
Se trata de un vermú sin alcohol que nos transporta al mediterráneo, a una mañana de piscina que se va un poco de madre desde bien temprano y que empieza con esa copita inocente que tanto apetece y ya no te permite parar. Nos venden un feeling de colocón relajado de verano con una 0,0. Y cuela.
Ghia es un aperitivo hecho con zumo de uva (Riesling!) yuzu, limón, romero y jengibre. El nombre es en honor al modelo de coche italiano de los 90 de Alfa Romeo y su claim no puede ser mejor: ‘More bitter than a bad divorce’
Su creadora, la emprendedora y gurú de marcas para millenials, Melanie Masarin trabajó durante años en la firma de cosmética Glossier, y ahora aplica todo lo aprendido a este nuevo nicho que, además, arrasa en Instagram.
Al igual que Seedlip compensan su carencia de alcohol con un discurso cargado de intención, no juegan su carta a la salud porque su público se encuentra entre los que adoran el alcohol pero por la razón que sea no pueden/quieren beberlo. “Cada vaso promete aumentar la energía y calmar la mente”, dicen.
Sabéis esa broma del amigo borracho que trata de convencerte de que te tomes otra copa con la gracieta de ‘que esto no deja resaca’, pues tú puedes ser ese amigo la próxima vez, y de verdad.
¿Apetece una copita?